La palabra incertidumbre nos viene acompañando desde el año pasado, y el inicio de clases no va a ser la excepción.
Comenzamos este año con una modalidad que se repiensa constantemente. Las aulas tienen disposiciones distintas, los horarios se movieron para todos de manera diferente, los cursos se dividen y se reducen. La manera de moverse dentro de los jardines, colegios y universidades cambió.
Lo único que por el momento está a nuestro alcance es adaptarnos lo mejor posible y con el menor costo psíquico, para eso es necesario poner en marcha el trabajo con uno mismo y flexibilizar nuestras viejas costumbres, dar lugar a lo nuevo.
Tal vez sea solo por este año, pero no lo sabemos. Volvemos a la incertidumbre.
Se ponen en juego un conjunto de emociones como la alegría, el miedo, el enojo, etc.
Identificarlas, reconocerlas y nombrarlas ayuda a poder regularlas, tal vez no tengamos el control sobre lo que sentimos pero sí sobre lo que hacemos con aquello que sentimos.
Desde Enredados y desde nuestra profesión, creemos que la palabra es uno de los mejores recursos para expresarse y dar lugar a que los demás se expresen.
Aparecen nuevos desafíos, podemos encararlos con disconformidad o podemos hacerlo acompañados de herramientas, buscando soluciones, opciones, organizando nuestras actividades y sus tiempos.
Es muy importante que los adultos acompañen también con paciencia, calma y buen humor.
Les proponemos vivirlo paso a paso, pensar en el futuro puede provocarnos ansiedad o estrés. Tenemos poco control sobre cómo continuarán las cosas en cuanto a lo educativo.
Costumbres como el viaje de egresados, los recreos, viajes de estudio, el UPD, quedaron por fuera de las prioridades de este año. Los adolescentes están algo desanimados con esas pérdidas. Es necesario construir sentidos y significantes nuevos. Armemos equipo entre ellos, sus familias y profesionales para salir adelante.
Es imposible todavía volver a la normalidad que añoramos, pero es imprescindible hacerlo de algún modo.
Comencemos a salir de casa, a pesar que todavía la realidad nos es desconocida y algo caótica. Inclinemos la balanza, que pese más la motivación por la vuelta a las aulas que los miedos que esto conlleva.
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